Hace casi un mes tuve la suerte de asistir a un Taller All Love o Energía Seichim (SKHM) con su descubridor, Patrick Zeigler.
Llevaba años interesada en ésta energía y había asistido a varias
actividades bajo éste nombre, pero he de decir que nada reveladoras. Aún así
seguía interesada en ello, así que el poder participar ésta vez con el protagonista
de ésta terapia, he de decir que ha sido una auténtica bendición. Nada más conocerle te das cuenta de que estás ante un ser humano extraordinario, alejado de la necesidad de reconocimiento, sencillo y radiante de amor.
Patrick Zeigler tuvo una experiencia de canalización energética expontánea en el interior de la Gran Pirámide de Keops en 1980. Desde entonces se dedica a difundir ésta energía en talleres por todo el mundo, ayudándonos a experiementar esa misma canalización a través de la liberación emocional profunda.
Los que trabajamos con terapias energéticas sabemos muy bien de la
importancia de la sanación mental/emocional. Insistimos mucho en lo importante
que es permitirnos "limpiar" nuestra memoria, esa que cuando la
miramos duele y la volvemos a guardar. Esa y la que no reconocemos con nuestra
mente consciente; porque hay mucho más, hay memorias que no reconocemos como nuestras
pero están ahí, ocupando un espacio precioso y es vital trabajar para
liberarlas.
En el Taller con Patrick Zeigler ocurrieron muchas cosas fantásticas. Hubo
sanación de la buena, de la que trasciende, y estoy segura que en muchos de los
presentes, y me incluyo, liberación de memorias que se encontraban enterradas
muy profundamente.
Y la clave para poder acceder a ellas es más simple de lo que imaginamos. La
clave está en sentir. No perdón, en PERMITIRNOS SENTIR. Y sí, es simple, pero
lo hacemos muy complicado. Porque tenemos a la parlanchina sobre nuestra cabeza
diciendo que sentir es malo, que nos hace débiles, vulnerables, que si sentimos
abiertamente "alguien" se reirá... o disparates por el estilo.
¿Es que acaso nos reímos de un niño cuando le vemos expresarse libremente?
Los niños son los maestros del PERMITIRSE SENTIR. Ellos sienten cosas y se
expresan en consecuencia libremente, riendo a carcajadas o llorando estrepitosamente.
Cuando observas a unos niños interactuar solos, sin un adulto corrigiendo, ves
que entre ellos no se juzgan, no se ponen límites. Ríen, saltan, ruedan por el
suelo, gritan, lloran a pleno pulmón, sin dejar que su mente les diga si eso
está bien o está mal.
Y el gran beneficiado de ésta maravillosa actividad se llama Timo, esa
misteriosa glándula también llamada glándula de la felicidad, que según nuestro
estado de ánimo se expande o se encoje. Su mayor actividad la experimenta
durante la infancia, etapa en la que como decíamos, expresamos nuestro estado
de ánimo a lo grande. A medida que entramos en la edad adulta el Timo va
cayendo en desuso, y comienza a cubrirse de tejido adiposo y a calcificarse,
como un juguete viejo que se cubre de polvo en una estantería.
Si dedicamos atención y mimo a nuestro Timo pueden suceder cosas extraordinarias,
como por ejemplo, descubrir en las profundidades de nuestro ser, memorias
dolorosas deseosas de salir y ser transmutadas de una vez por todas.
En el Taller Todo Amor comenzamos dando espacio en nuestro pecho para que la
glándula del Timo, y de paso nuestro corazón, puedan salir de la opresión a la
que se encuentran sometidos día a día.
Si. No respiramos al cien por cien; resulta que cada vez que contenemos una emoción, contenemos también nuestra caja torácica, como si de ese modo evitásemos que el dolor se apoderara de nosotros. Y conseguimos todo lo contrario, porque cuando hay una emoción en nuestro corazón y reducimos el espacio, estamos reduciendo la posibilidad de gestionar la emoción, que no es otra cosa que expresarla. Respirar profundamente es tremendamente liberador, (el suspiro de toda la vida) y deberíamos hacerlo cada día en lugar de respirar a medio gas; estaríamos mucho más libres y equilibrados emocionalmente hablando.
Si. No respiramos al cien por cien; resulta que cada vez que contenemos una emoción, contenemos también nuestra caja torácica, como si de ese modo evitásemos que el dolor se apoderara de nosotros. Y conseguimos todo lo contrario, porque cuando hay una emoción en nuestro corazón y reducimos el espacio, estamos reduciendo la posibilidad de gestionar la emoción, que no es otra cosa que expresarla. Respirar profundamente es tremendamente liberador, (el suspiro de toda la vida) y deberíamos hacerlo cada día en lugar de respirar a medio gas; estaríamos mucho más libres y equilibrados emocionalmente hablando.
Cuando haces un ejercicio prolongado de respiración para dar espacio en tu
pecho, estás permitiendo a las viejas memorias dolorosas aflorar, y una vez que
salen, crear un valioso espacio en tu pecho listo para llenarse de otra cosa.
¿Y sabes de qué? Pues de Amor. Sí, de AMOR.
Porque a continuación lo que sucede, si es que has permitido vaciar el
trastero, es que una maravillosa energía, la energía All Love penetra en tu
cuerpo a través de tu sistema energético y lo llena todo, y se ancla para
siempre en tu corazón, permitiéndote a partir de ahora trabajar de manera
consciente sobre tu memoria dolorosa. Ayudándote a sanar a los niveles más
profundos que puedes acceder, en la sanación emocional.
Así que te pido que respires de verdad. Que cierres los ojos e imagines tu
glándula del Timo apretadita entre el corazón y el esternón deseosa de estirar
los brazos y las piernas, de que le prestes atención.
Que a medida que das espacio en tu pecho observes lo que sucede, que te
permitas sentir, porque ahí está la clave de la sanación. En SENTIR para
LIBERAR, y una vez que liberamos, en albergar AMOR.
¿A que no es tan complicado?
La sencillez es lo que nos resulta más complicado a los humanos, paradojas de nuestra mente.
ResponderEliminarEstá muy bien el artículo. Resulta muy interesante todo. Muchas gracias por la información Ánimos con el blog!
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